Junio es tiempo de brujas y minairons

Uno de los doce trabajos de Hércules consistía al matar a Gerión y robarle sus rebaños. Mientras iba por la península ibérica se encontró con Pirene, princesa de los bebricios que era asediada por Gerión. Hercules y Pirene se enamoraron locamente, pero Gerión, celoso, la mató. El héroe Hercules, enloquecido de dolor, amontonó piedras en una cordillera para enterrar su amante, la princesa Pirene… y según la mitología griega, de aquí salen los Pirineos.

Los Pirineos están llenos de iretges, gigantes, donets, brujas, minairons, aloges y tamarros… Toda una serie de criaturas mágicas que sobrevivieron la implantación del cristianismo durante la Edad Media, en parte por ser una cordillera de difícil acceso y un lugar aislado.

Pero hay dos seres mágicos que destacan entre todos, las brujas y los minairons. Las brujas son una figura muy extendida por todo el Pirineo, desde el País Vasco a Cataluña. Además hay pueblos como Vilafranca de Conflent que tienen una bruja como símbolo. Para los que piensen que las brujas son cosas del pasado, decir que hasta bien entrado el siglo XX, todavía se hacían rituales para garantizar la protección contra estos espíritus del mal. Las aperturas de las casas se tapaban con cardellines, laurel, y olivo bendecido el Domingo de Ramos, y en las chimeneas se ponía la esfuriabruixes, una especie de tapa para evitar que entraran los malos espíritus. Las brujas eran quienes traían las granizadas, las tormentas que arrasaban los cultivos y las fiebres de los animales, por eso los curas del pueblo conjuraban a las brujas desde los comunidores, unas construcciones junto a la Iglesia, abiertas a los cuatro vientos. Fijaos que todavía hay algunas al lado de las vicarías en el Pirineo.

De carácter más travieso son los minairons. Muy populares en Alta Ribagorça, el Pallars y el Alt Urgell. Son seres diminutos que nacen en la Hierba menairona, también conocida como Hierba de San Juan y que acostumbran a estar guardados en un canutillo de agujas o una botellita. Son pequeñísimos, con barba blanca y muy trabajadores. Antiguamente, y quizás aún hoy hay algún abuelo que lo dice, cuando en alguna masía del Pirineo le iba bien las cosas decían que sus amos habían encontrado el canutillo de los minairons. Y si queréis seguir el rastro de los minairons, sólo tenéis que dar una vuelta por la montaña para ver las tarteras de rocas, aquellos desprendimientos de roca de las orillas del camino. Dicen que los hicieron los minairons… O quizás no. Busca la magia del Pirineo de Lleida.